Las sensaciones que un lector
experimenta mientras lee un libro son muchas y de diferentes categorías pero
cuando lo terminas de leer y sientes que has acabado un gran libro, sabes que
tienes el deber de contárselo a todo el mundo, que la gente sepa que hay una
historia que te hará disfrutar del
placer de la lectura. El país de los
espíritus de Miguel Ruiz Montañez lo tiene todo:
intriga, suspense, amor, magia, un escenario magnífico…y mucho
más.
Un espíritu en
Haití es mucho más que un espíritu. Es un alma libre, una corriente de
energía que escapa de los templos, circula por doquier, anida en los rincones de
las casas y se aloja en el interior de las personas. Hay muchas religiones en el
mundo, pero ninguna como el vudú, donde el dios, el loa,
se monta en el creyente, lo toma, lo maneja, lo mima y si el espíritu quiere, le
trae el bien. O el mal…
Hay una parte del cielo
que la gente niega, y a veces nos topamos con ella sin quererlo. En mi caso, el
cielo de Haití se abrió sobre mí y me arrastró hacia un destino insólito. Este
es mi testimonio, y el de las personas que junto a mí lucharon contra una
montaña de creencias en el país de los espíritus. Esta historia
me vapuleó como una garra sombría, y, por eso, mi intención al relatarla tal vez
sea un deseo de autoprotección, un amuleto frente a esos espíritus que me
acechan, un burdo deseo de que todo haya terminado…
Con esta sinopsis creo que es
imposible resistirse a leerlo. No puedo más que recomendaros
este libro.
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